- Javier Ugarte - Filosofoa: «Frankismoa bizi izan zuten homosexualei ez zaie aitortu jasan zuten jazarpena»
- Una discriminación universal: homosexualidad bajo el franquismo y la transición' liburua idatzi du Javier Ugarte filosofoak. Urte haietan homosexualek beren sexualitatea nola bizi zuten azaldu du Ugartek.
- Berria, 2009-05-30 # Ainara Arratibel · Donostia
ARGAZKIAK
"UNA DISCRIMINACION UNIVERSAL"
LIBURUAREN AURKEZPENA DONOSTIAN
JAVIER UGARTEREN ESKUTIK
Maiatzak 22 . ostirala . 19:30
Donostiako Udal Liburutegi Nagusia
Sotoa . San Jeronimo kalea
Antolatzailea: EHGAM
Maiatzak 22 . ostirala . 19:30
Donostiako Udal Liburutegi Nagusia
Sotoa . San Jeronimo kalea
Antolatzailea: EHGAM
- La homosexualidad en el franquismo y la Transición
- Javier Ugarte Pérez / www.javierugarte.net
Introducción
En los orígenes de la represión se encuentra el estigma religioso; dado el (nacional)catolicismo del régimen, éste constituyó el alfa y el omega de la política franquista y su justificación. Ahora bien, la discriminación fue el resultado de las medidas tomadas por el conjunto de autoridades que elaboraron la matriz que conformó la homosexualidad. Este molde no dejaba resquicios para otra actitud que la condena; si algunos homosexuales disfrutaron de tolerancia en su ámbito privado, tuvieron una rara suerte. La represión prueba que la orientación sexual es una cuestión pública, puesto que los gobernantes empleaban a policías y jueces, junto al espacio de las prisiones, para alcanzar sus objetivos. Si alguna vez la sexualidad fue un asunto privado, el fomento de las relaciones entre personas de diferente sexo y la persecución, junto al encarcelamiento de los homosexuales, cambiaron ese panorama.
La importancia de la homosexualidad en la época
Por contextualizar la represión franquista en su entorno, se puede afirmar que ésta se situó en un punto intermedio entre el nazismo, que sentenciaba a muerte o a los campos de concentración y exterminio, y las democracias, que condenaban al sorprender a dos personas en unión íntima; es decir, en flagrante delito. En el caso español, lo relevante es el esfuerzo y los medios dedicados a perseguir esas relaciones en un país pobre, como era España en esas décadas: ¿por qué se hizo, entonces? La estigmatización de esta orientación sexoafectiva fue consecuencia del fomento de la heterosexualidad, tanto a través de su ensalzamiento en los medios de comunicación (propaganda) como del bloqueo de las alternativas al modelo de sexualidad. Así que puede realizarse una lectura complementaria de ambas orientaciones, pero inversa a la tradicional: estudiar cómo se conformó la homosexualidad para comprender las limitaciones de la heterosexualidad. Al cambiar de perspectiva, sorprenden los resultados.
En la apuesta por la heterosexualidad los gobernantes vieron la solución de dos problemas: la creación de riqueza, mediante la generación de una fuerza obrera abundante, pacífica (dada la prohibición de hacer huelgas) y barata (ante la falta de alternativas), y el nacimiento de sujetos que aseguraran el futuro de la nación; éstos, cuando llegaran a adultos, fortalecerían al gobierno, sostendrían la producción y alumbrarían a la siguiente generación de individuos. Tanto mayor era el ensalzamiento de las relaciones entre un hombre y una mujer cuanto menores eran las ayudas a la familia, ya que el fascismo se caracterizó, en todas partes, por los escasos impuestos que cobraba a las grandes fortunas y a las empresas. En España, los terratenientes andaluces, los financieros madrileños o los industriales vascos y catalanes que habían ayudado y sostenido al bando sublevado, no esperaban que éste los sometiera a una elevada imposición al concluir la guerra. En este contexto de carencias, los Estados fascistas del sur de Europa fomentaban la inversión de capital nacional o extranjero (como paradigma de este último se encuentran las industrias del motor en España) ofreciendo una mano de obra en condiciones idóneas. Era su recurso productivo a falta de carbón, petróleo, minerales, infraestructuras, etc., ya que, a diferencia de los gobernantes alemanes, Mussolini, Franco, y Salazar, dirigían naciones que carecían de materias primas y personal formado para sostener el impulso económico y la política que inspiraba a sus gobernantes; por eso se esforzaron por sacar el máximo partido al único recurso con el que contaban, su población. En la persecución de ese objetivo se explican los acuerdos con la Iglesia.
La apuesta por una alta natalidad dificultaba la independencia de las mujeres, el trabajo fuera del hogar y la elección del lesbianismo, pero en España se tomó tras el crack económico de 1929 y la Guerra Civil; es decir, en una época de penurias y altas tasas de desempleo. Eran muchas las empresas que habían sido destruidas por la recesión económica o la guerra; por eso, a los gobernantes les preocupaba, sobre todo, la desocupación de los varones, ya que ésta acarreaba problemas de mayor calado que el desempleo de las mujeres. La heterosexualidad como opción única, junto a la dedicación exclusiva de las mujeres al hogar, comienza a quedar obsoleta con el desarrollo económico de los años sesenta y primeros setenta. Hasta ese momento, la única alternativa para llevar una vida digna era contraer matrimonio o vestir los hábitos eclesiásticos. Si la persona permanecía soltera y no alumbraba hijos, el futuro se presentaba difícil porque eran escasas las posibilidades de recibir una pensión digna cuando se hiciera mayor y careciera de hijos en los que apoyarse.
La represión de la sexualidad no reproductiva conllevó las consecuencias deseadas: parejas unidas de por vida que llevaban sobre sus espaldas la crianza de una abundante prole y varones que cumplían lealmente con las obligaciones laborales para mantener una familia; de afiliarse a partidos o sindicatos prohibidos, sus allegados lo sufrirían. Esta política iba acompañada de otras medidas para fomentar la natalidad: prohibición de comercializar preservativos y otros métodos anticonceptivos, así como del aborto. La razón de una apuesta tan decidida por el matrimonio guarda relación con el hecho de que ni las autoridades civiles ni las religiosas creían en las teorías sobre la degeneración de la raza o la población que espantaban a los dirigentes nazis. Por eso, preferían que los homosexuales se casaran y tuvieran hijos a que permanecieran solteros. De esa forma, la Iglesia y el Estado contarían con más almas y brazos sobre los que sostenerse.
La vida de los homosexuales
La escasa duración de las relaciones entre varones fue consecuencia de la represión, ya que dos hombres que vivieran juntos mostraban su estado delictivo. Muchos varones se casaron ante la dificultad para conocer a otros hombres, el peligro de ser detenidos si se acercaban a ellos y el esfuerzo por guardar las apariencias. De ser arrestados, como padres de familia recibían consideración por parte de la policía y los jueces, ya que cumplían con las expectativas del régimen en aspectos relevantes; en cambio, las autoridades se ensañaban con los jóvenes y los solteros. En este contexto, las parejas de lesbianas vivían más tranquilas si aparecían como amigas; ahora bien, aunque apenas fueron condenadas a prisión, en su caso la represión adoptó la forma de encierro psiquiátrico, lo que acarreó consecuencias dramáticas para sus protagonistas. Unos y otras, al contraer matrimonio, atenuaban las asperezas de una vida dura para casi todo el mundo: lo fue, especialmente, para quienes, además de estar discriminados (en cuanto homosexuales) integraban los estratos humildes de la población.
- Una discriminación universal. La homosexualidad bajo el franquismo y la Transición
- Javier Ugarte (ed.)
- Madrid, Barcelona : EGALES, 2008 [02]
- PRESENTACION: EL MARCO
El 11 y 12 de diciembre de 2006 se celebró en Badajoz, en la sede del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), un curso que llevaba por título “Represión franquista de la homosexualidad” (i). En él intervinieron, como conferenciantes, especialistas en los campos del derecho, la psiquiatría, el ensayo y el periodismo, así como represaliados por el franquismo a causa de su orientación sexual y militantes de movimientos homosexuales durante los años de la Transición. El espacio en el que tuvo lugar no podía ser más significativo, puesto que en el pasado había albergado la prisión provincial de Badajoz. Bajo ese uso, durante el régimen del general Franco se convirtió en el destino de una parte de los hombres que fueron a la cárcel por su condición homosexual. Una de las personas que intervino en el curso, Antoni Ruiz, estuvo encerrado allí cuando era adolescente. Ese conjunto de circunstancias explica el interés que despertó la actividad entre los medios de comunicación, quizás por tratarse de una realidad que ha sido desatendida por los estudiosos de la época. Una discriminación universal nace de las aportaciones de quienes participaron en el curso impartido en el MEIAC y de especialistas que incorporaron después a un proyecto de edición que tiene el objetivo de profundizar en un tema ignorado de nuestra historia colectiva.
El objeto de estudio de las páginas que siguen no es exclusivamente la vida de los homosexuales. Tampoco se centra en la visión que se tenía de ellos en la España del régimen franquista, periodo que comienza con el final de la Guerra Civil, en 1939, y podría decirse que concluye el 4 de enero de 1977, cuando se promulga la Ley para la Reforma Política (ii). La vida de quienes tenían esa orientación ya ha sido estudiada y se encuentran algunos trabajos sobre el tema a disposición del público (iii). Por eso, la finalidad del presente libro tiene un objetivo diferente: conocer cómo se construyó la homosexualidad, en cuanto fenómeno social, en aquellas décadas. Se trata de indagar en los dispositivos que desde ámbitos como la teología, el derecho, la psiquiatría, etc., tejieron una matriz en la que se insertó esa orientación del sexo y el afecto. Es sabido que el troquel elaborado no dejaba resquicios para otra actitud que la condena y la persecución. Si algunos homosexuales encontraron comprensión en su familia o amigos -lo que, dados los patrones morales de aquellas décadas, sería infrecuente- esa actitud derivaría de las virtudes y sensibilidad de quienes les rodeaban, no de las ideas que imperaban. Se conoce una época cuando se exponen las condiciones generales de vida; por eso, si hubo homosexuales que encontraron la felicidad en cuanto tales (y no por pertenecer a la alta burguesía, por ejemplo), fueron personas con una rara suerte. La mayoría tuvo que disimular su condición y padeció en su esfuerzo por expresar sus sentimientos, convertir en realidad los deseos y desarrollar sus emociones. Instancias de poder como el ejército, la Iglesia y las autoridades civiles, se esforzaron por cerrar los huecos que podían existir para la dignidad, tanto en la sociedad como en las conciencias de los sujetos.
El interés del tema reside en conocer las razones por las que se creó una matriz tan negativa sobre algo que, a priori, carece de repercusiones públicas, como es la orientación del deseo. Es decir, se trata de indagar en la razón de que se crearan mecanismos que generaron un sufrimiento que hoy parece innecesario. Si los homosexuales eran las víctimas, el trabajo no consiste tanto en identificar a quienes tomaron las decisiones que volvieron tan difíciles sus vidas (asunto fácil de conocer en una nación donde los gobernantes no disimulaban su poder) cuanto preguntarse qué ganaban en el empeño. Alguna razón tiene que haber para que se emplearan recursos públicos que eran escasos -como el tiempo remunerado de policías y jueces, el espacio y alimentación que recibían los condenados en las prisiones, etc.- en una nación que padecía tantas carencias. Los conservadores actuales, cuando se niegan a que las leyes dejen de discriminar a los homosexuales -por ejemplo, con la ampliación del derecho al matrimonio o a la adopción compartida de menores- alegan que la homosexualidad es una cuestión privada que no debe pasar al espacio público. Sin embargo, aunque en su origen se trate de una práctica privada olvidan que la homosexualidad lleva más de un siglo en mitad del espacio público, precisamente a través de su persecución. Fueron los gobernantes de cada Estado, a finales del siglo XIX, quienes la hicieron res publica, una cosa pública que debía reprimirse por el bien de la colectividad. Para lograr sus objetivos, la prohibieron por ley; con esa cobertura, la policía realizó redadas y los jueces condenaron a los detenidos. La deslegitimación procedente de ámbitos como la medicina apuntaló la tarea.
La estigmatización religiosa constituye un componente añadido, aunque gozaba de una tradición iniciada en una época muy anterior al periodo que se estudia. La cosmovisión católica fue el contexto en el que la represión se asentó y creció; en la España gobernada por el general Franco constituyó el alfa y el omega de la política social. La diferencia entre unos países y otros consiste en que algunos gobiernos se empeñaron más en el esfuerzo por volverla un asunto público, es decir en perseguir con mayor énfasis las relaciones homosexuales. Dentro de ese espectro, en un extremo del continente europeo habría que situar al régimen nazi, que enviaba a los detenidos a campos de concentración donde eran víctimas de terribles experimentos para intentar cambiar su orientación sexual. Esos ensayos no tuvieron éxito, pero la mayor parte de las veces acabaron con la vida de quienes fueron utilizados como cobayas. En el fondo, esa política se justificaba desde la necesidad de recuperar la pureza originaria de una raza que constituía la espina dorsal de la nación. Bajo esa óptica, los homosexuales eran unos degenerados que con su inclinación perjudicaban a un pueblo amenazado por las enfermedades hereditarias y la mezcla racial. El peligro no procedía sólo de ellos, ya que también influían los espectáculos licenciosos que eran seguidos de una promiscuidad que desviaba de las obligaciones que los individuos tenían hacia su comunidad. Para el nazismo, el fortalecimiento de una nación dependía de la armonía entre la raza, la sangre y la cultura.
En el otro extremo habría que situar a las democracias liberales, que perseguían los actos homosexuales -sobre todo cuando sus protagonistas eran sorprendidos en público- pero no se aplicaban con empeño a investigar lo que sucedía en el ámbito privado. En medio se encuentran los regímenes de Mussolini y Franco, que se dedicaron a la represión pero sin llegar a aprobar el asesinato. La homosexualidad fue condenada por los regímenes fascistas, pero los dirigentes de naciones de tradición católica no creían que llegara a amenazar directamente la pervivencia del sistema político, ni la pureza racial era un valor tan respetado como en Alemania. Por eso, a la mayoría de gobernantes con esta ideología les pareció excesivo aplicar penas máximas por desviaciones sexuales, sobre todo cuando las protagonizaban padres de familia, respetables en otros aspectos.
El esfuerzo de las autoridades se dirigió a cerrar todos los caminos que podían convertir la homosexualidad en una opción deseable. Lo que se intenta en Una discriminación universal es localizar y mostrar qué puertas fueron esas, porqué se encontraban bloqueadas y las razones para utilizar medios públicos de represión en la expresión de un deseo que, desde el punto de vista actual, parece que afecta sólo a quien lo vive. Con la mirada puesta en ese objetivo, el libro combina los estudios de carácter ensayístico con los testimonios de sus protagonistas, en unos casos como representantes de colectivos homosexuales y en otros como víctimas de la dictadura, de más de una dictadura. En la relación entre la teoría y la vida, los textos que siguen intentan exponer los valores de una época y las claves para comprenderla. En la persecución de esa meta, la exposición y estudio de la legislación tiene el objetivo de mostrar la base que amparó la represión, las relaciones con la Iglesia proporcionar el sostén moral del régimen y el desarrollo de la psiquiatría ofrecer la justificación científica. Con la llegada de la Transición, estos cuerpos se vieron obligados a redefinirse y buscar una justificación nueva para operar y defender sus intereses.
- (i) El curso fue organizado por Fundación Triángulo Extremadura con el respaldo de la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura.
- (ii) Previamente, el 15 de diciembre de 1976 se había celebrado un referéndum para aprobar la reforma. La ley que entró el vigor al mes siguiente permitía presentarse a cualquier partido político a unas elecciones; en sólo cinco artículos, derogó el sistema político vigente. Por eso el franquismo duró más que el dictador; se extiende hasta que el sistema fue superado, lo que sucedió unos quince meses después de la muerte de Franco. En ese momento comenzó la Transición.
- (iii) Por ejemplo, los de Arturo Arnalte (Redada de violetas) y Fernando Olmeda (El látigo y la pluma). En una línea ensayística, el de Nathan Baidez (Vagos, maleantes… y homosexuales).
- FRANCISCO JAVIER UGARTE PEREZ
Es Doctor en Filosofía por la Universidad de Oviedo con una tesis titulada "Michel Foucault: una ontología de la actualidad". La defensa de este trabajo se realizó en 1996 y obtuvo la calificación de "Apto cum laude por unanimidad".
Javier Ugarte Pérez ha publicado artículos y ensayos sobre el totalitarismo, la relación entre los modos de producción y los derechos políticos, el sistema de género, etc. Imparte regularmente conferencias en el Instituto de Filosofía del CSIC y cursos de humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid. También ha dado conferencias y charlas sobre cuestiones relacionadas con la orientación sexual y los derechos políticos en centros universitarios de otros países, como Rosario, Paraná, Córdoba y Buenos Aires (Argentina), Montevideo (Uruguay), Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) y del Estado de California en Los Ángeles (EE. UU.) y en instituciones como la Intendencia [Ayuntamiento] de Buenos Aires y la Biblioteca Nacional de Uruguay.
A finales del año 1999 contribuyó a la fundación de "Orientaciones. Revista de homosexualidades", de la que fue su Director hasta el verano de 2003; luego, formó parte de su comité de redacción hasta que la revista concluyó su andadura, a finales de 2006. Ha publicado "Sin derramamiento de sangre. Un ensayo sobre la homosexualidad" (Madrid-Barcelona, Egales, 2005); como Compilador "La administración de la vida. Estudios biopolíticos" (Barcelona, Anthropos, 2005); como Director, "Una discriminación universal. La homosexualidad bajo el franquismo y la Transición" (Madrid-Barcelona, Egales, 2008). También ha traducido y prologado los "Ensayos económicos de David Hume" (Madrid, Biblioteca Nueva, 2008). Entre sus artículos en periódicos y revistas culturales se encuentran:
- Leviatán: nº 65, 1996.
- biTARTE: nº 13, 1997.
- Grial: nº 137, 1998.
- Claves de Razón Práctica: nº 86, 1998; nº 103, 2000; nº 123, 2002; nº 166, 2006 y nº 176, 2007.
- El País: 30, Noviembre, 1998; 7, marzo, 2004.
- Orientaciones. Revista de homosexualidades: nº 2, 2001; nº 4, 2002; nº 5, 2003 y nº 7, 2004.
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